Sinceramente no pensé en ese momento, sólo fue un impulso por terminar con mi situación. Una vez frente a él, levantó la mirada y me miró algo extrañado. Antes que pudiera decir algo, él se adelantó.
– ¿Si?, ¿te conozco? – dijo algo fastidiado, a lo que tartamudeé y meneé la cabeza.
– Disculpa, te confundí con alguien más – le dije y salí disparado al baño, dejándolo confundido.
Una vez recuperado de la hiperventilación, comprendí que no había sido él. El Yañez que recuerdo tendía a tener reacciones muy sarcásticas y gestos que delataban sus pensamientos cuando se enfrentaba a alguien; pero en esta ocasión me miró extrañado y ciertamente convencido que no me conocía. Fue entonces que recordé el sobre que Rosita me había conseguido, y todo empezó a tener sentido.
– Continúa –
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