Los siguientes días estuvieron llenos de desconcierto, no podía esconder mi miedo, mi inseguridad frente a esta situación. Permanecí encerrado en mis pensamientos, ido mientras la gente me hablaba. Esos días deje el auto en casa, porque casi choqué días atrás mientras trataba de llamar a Liliana. A pesar de las explicaciones, hasta ahora no sé muy bien que le habían dicho. Ella ya estaba dañada, tal vez ya era demasiado para soportar, nadie la culparía. La primera imagen que venía a mi mente cuando buscaba responsables era Yañez. Tal vez porque no me podía imaginar a nadie con tal malicia hacia otros, o porque trataba de ponerle un rostro a esta persona. Aún tenía sentimientos encontrados acerca de lo que pasó, de cómo decidimos como dioses lo que tenía que pasar e inducirlo, tal vez me sentía culpable, o era el miedo al karma que venía a cobrarme la factura. Mi mente siguió dándome dolores de cabeza e insomnio.
Pasaron un par de días y Rosita me dejó un sobre en el basurero, era la información que había estado esperando, era lo que necesitaba para tomar mayor atención a la realidad y dejarme de huevadas.
– Continúa –
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