Esperé hasta poder ingresar sin ver visto, incluso entré al mismo tiempo que la Señora de la limpieza y le pedí que me permitiera buscar unos papeles que seguramente mi practicante había tirado a la basura y que era por eso que había venido tan temprano. Inicialmente la señora no quiso “ayudarme” pero le pregunté con quien tenía que hablar para que me permitiera revisar su gran bolsa negra ¿con su supervisor?, ya que era algo muy simple. Con una sonrisa ligera y fingida, la Señora amablemente me permitió buscar en su bolsa, donde me percaté que se estaba llevando un par de implementos de la oficina. Ella mantenía la sonrisa rígida, como si pudiera hablar entre dientes, esperando alguna reacción mía. Yo sólo quería el listado que habían botado estos sujetos, pero antes encontré un par de egrapadores, cajas de clips y hasta una caja de toner nuevo, a lo que abrí de sobremanera los ojos y voltee lentamente a mirarla inclinando un poco la cabeza a la izquierda. La señora me seguía mirando rígida y sus ojos se volvían cada vez mas desorbitados. Tomé lo que había estado buscando, lo cual ella reconoció de inmediato, ya que era un registro abultado que fácilmente no iba a poder pasar por el aparato que corta en pedacitos los papeles (no se como se llama). Ella, visiblemente más relajada, me miró con cierta complicidad; le entregué su bolsa y le comenté en un tono muy amistoso, que tenía tres o cuatro muy queridos amigos en esta oficina y que debía haberlos visto, ya que se sentaban en determinados cubículos. Nuevamente voltee ligeramente a mirarla con las cejas levantadas como esperando que captara un mensaje escondido, a lo que ella asintió como entendiendo que eran territorios que no debían ser profanados.
– Continúa –
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