Quise darle importancia, pero mis problemas fueron más grandes en ese momento, no le presté atención al sobre y lo guardé en un cajón de mi escritorio. Apenas podía dormir y estaba convencido que Yañez era la persona que había causado todo este desastre. Con tanta paranoia encima decidí rastrearlo, fue fácil con la información que siempre tenía disponible, él estaba trabajando en una empresa de telecomunicaciones algo cerca a mi oficina. Tomé el teléfono y decidí afrontar el problema y llamarlo; sonó un par de veces pero colgué la llamada.
Uno tiende a llamar las cosas, es un principio básico llamado “atracción”. Yo había tenido en la mente enfrentar a mi enemigo, y tenía preparado todo lo que quería decirle, sentía la adrenalina del momento en que estuviéramos frente a frente y sentía también la sangre hirviendo en mi cara. No sabía como iba a terminar ese encuentro, pero en las escenas mentales que tendía a planificar siempre yo terminaba dándole un golpe, algunas él terminaba dándome un par de puñetazos.
– Continúa –
0 comentarios:
Publicar un comentario