[013] - Junio


Después de un acuerdo verbal con Rosita, ella me proporcionaría toda la información que pudiera recopilar, obviamente que después de un acuerdo económico básico. Felizmente en ese sentido no tenía problemas ya que tenía un muy buen contacto en la bolsa que me pasaban datos muy buenos para invertir. El hecho que conociera a Rosita fue refrescante, es decir, esa sonrisa de cierta complicidad me hacía sentir que hay más personas allá afuera que comparten que el sentido de lo correcto está sobrevalorado, que nada es absoluto, incluso que criticamos a la naturaleza de hostil y salvaje, cuando nosotros somos los que vivimos una vida enteramente artificial. Pero, finalmente todo era un juego de supervivencia y de subsistir; ella lo hacía a su manera y yo lo hacía al mío.

Para regresar a mis raíces y escaparme de todo, de vez en cuando iba a la java-cueva a jugar un partidito de ajedrez con Java. Comprábamos un par de cervezas y nos reíamos a carcajadas de muchas cosas. Java había cambiado mucho de la persona impulsiva y nómade que antes era. Ahora, tenía una hija de un año que reinaba en su realidad; la java-cueva ahora se había convertido en un almacén de juguetes y regalos que el papá y demás familiares de Java le traía a su nieta. Nuestras vidas eran muy diferentes ahora, pero compartíamos de donde veníamos y quienes somos.

– Continúa –

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