No hablaron en el camino a casa, incluso cuando bajaron del bus y Jano se había dado cuenta que le había dado a la niña todo el dinero que tenía en el bolsillo; guardó silencio avergonzado mientras su acompañante pagaba el taxi una vez cerca a casa. Él quiso decirle muchas cosas, preguntarle miles de cosas. Los ojos de ella estaban inquietos, como buscando algo que decirle o preguntarle mientras el tiempo juntos se acababa. Tal vez si quería un café ya que debía tener frío, o tal vez comer algo más tarde o en la semana, pero ninguno de los dos se atrevió a decir nada.
- Continúa –
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