Todos habían salido ya de la casa, su hermano y su padre trabajaban así que pocas veces los veía, y cuando tenía un día de descanso, paradójicamente se la pasaba durmiendo, no quería ver a nadie, no se le antojaba ver el sol, sólo a veces que por algún ruido lo despertaba temprano veía por la ventana el resplandor del sol que de seguro lastimaría sus ojos, que incluso rebotaría en su piel extremadamente pálida por la falta de sol. Su piel tal vez pedía sol, pero él no, vivía tranquilo en su realidad apartada, silenciosa y muy poco iluminada.
- Continúa –
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