Esta vez primero lo vio acercarse a la orilla muy torpe y con zapatos de vestir. Su piel era muy blanca, lo que indicaba que tampoco acostumbraba ir a la playa, a lo que ella miró su brazo y pecho y se dio cuenta que posiblemente ambos estaban demasiado crudos. Él estaba tumbado en una toalla un tanto descolorida, y después de mirar un par de veces de reojo se quedó dormido. Fue cuando ella decidió acercar sus cosas y sentarse cerca a este chico, también para cuando despertase ofrecerle un poco de bloqueador solar ya que cogería una fuerte insolación. Tendría unos veintiocho años y tenía un cabello un poco largo y ondulado, desordenado y debiera ser un poco rebelde para peinar.
- Continúa –
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