Luego una sonrisa iluminó su rostro ideando una travesura. Armándose de valor, porque nunca lo había hecho sola, cogió sus cosas y salió de casa sin avisar, éste día era de cosas nuevas. Era interesante bajar a un lugar tan silencioso y tan tranquilo, el tiempo que había estado de vacaciones, había experimentado un vecindario tranquilo y muy callado. No le gustaba la luz de las doce del día que caía sobre su sala, esas que van acompañadas de una radio con música del recuerdo, que por más extraño que le pareciera sabían a sopa. Nunca se hubiera atrevido a hablarle a alguien que no conociera, menos en la playa un martes por la mañana con tan poca gente alrededor, pero a este chico de pelo negro lo había visto siempre, llegando con cara de zombie a las siete y media de la mañana, varias veces pasó por su lado pero él parecía dormido, absorto, no en esta realidad.
- Continúa –
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