Era domingo… no… era lunes ya… la percepción del tiempo era algo confusa a veces, pero Jano ya estaba acostumbrado, se levantaba alrededor de las dos de la tarde y corría un día reducido. Era algo que lo molestaba pero aún no se había dado cuenta. El día tenía cuatro horas de sol y unas cuatro de noche; la madrugada del trabajo no la consideraba parte del día, porque rara vez interactuaba con otras personas, y si lo hacía, no era una hora apropiada para entablar una conversación, ni siquiera una relación de amistad o… algo más.
- Continúa –
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