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Se habían levantado muy temprano ese día, el mundo era igual y todo permanecía congelado como siempre, y ella se sentía segura y simple. Dejo que su madre le cambiara la ropa como todas las mañanas sin chistar y desayunó lo de todos los días nuevamente sin chistar. Hoy no fue al jardín porque los dolores de cabeza habían seguido, y su madre se sentía la mujer mas culpable del mundo por abandonarla en ese lugar, a lo mejor estaba causándole un stress a la pequeña Liliana, de esos irreparables que marcan la vida de un niño, la culpa la carcomía, y se desquitaba con un pequeño pedazo de papel. Lili miraba por la ventana del auto como siempre, con una actitud aburrida. Su madre no podía dejar de pensar en el comportamiento de la niña, que siempre había sido apático y con una tendencia a la depresión, lo cual era comentario generalizado en las reuniones familiares, esas que odiaba, ya que la familia de su esposo era muy numerosa, muy diferente a la suya, que venía de una línea muy larga de hijos únicos. Una frenada en vacío, - Debería prestar más atención al camino, Lili, ¿estás bien?- La niña felizmente no se golpeo ni se inmutó, seguía mirando por la ventana.

Después de una corta pero larga espera, el médico revisó a Liliana con sus conocimientos de rutina, y no encontró ninguna anomalía en su salud o en su cuerpo. - ¿Ha hecho que le revisen la vista señora? -


- continúa -

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