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A primera hora ambas estaban listas en la puerta, esperando que abrieran la óptica donde mandaron a hacer los lentes. Finalmente cuando abrieron, la encargada les entregó un estuche transparente con unos diminutos lentes de color morado que había escogido la mamá de Liliana – ¡¡¡Son adorables!!!- chilló y con cuidado se inclinó a colocárselos a Liliana, quien esperaba impaciente sin demostrarlo. Cerró los ojos con miedo y un vacío en el estómago, sin saber lo que iba a pasar. - ¿Y?, ¡ abre los ojos Lily !- Abrió primero el izquierdo, lentamente, y de ahí el derecho ya con un poco más de confianza. - ¿ Y ? ¿ como los sientes?- Liliana estaba sorprendida por la claridad con la que veía las cosas ahora, incluso los detalles del fondo de la tienda, los espejos, incluso veía con claridad los rostros de la gente que pasaba por la puerta, y los vehículos yendo presurosos en la calle. Finalmente le sonrió a su madre, cosa que era muy rara, y asintió con la cabeza. Ella continuó asombrada con la nueva percepción que tenía, un mundo de detalles en que fijarse, empezó a dar un par de pasos y sintió que el suelo lo tenía a la altura del pecho, lo cual le hizo tambalearse y sentir un mareo muy fuerte, a lo que su mamá rápidamente la sujetó y abrazó sonriente, a lo que Liliana respondió con un “mam…” y vomitó en sus zapatos…

- Continúa -

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