[021] - Final


Todo estaba terminando, casi todos habían abandonado el lugar, sólo un elefante quedaba en pie, así como una débil respiración de la tortuga, quien finalmente abandonó su obstinación y posó su cabeza en el suelo, en ese momento cayó el último elefante de su lomo, y ambos se convirtieron en piedras. Liliana seguía dudando, quería cerrar los ojos y partir, olvidarse de todo, regresar a… ¿la realidad?, ¿era mejor que esta?, la verdad no podía recordarla bien, sólo recordaba lo borroso, lo gris, y lo vacío de su jardín, éste era su jardín ahora, y podía ver atardeceres de diferentes colores y aquí el extraterrestre le hablaba en su idioma, no como cuando la gente finge comprenderte. Entonces se acercó a él , quien aún estaba sin moverse y se sentó a su lado con los ojos cerrados. Él comprendió su determinación e hizo lo mismo. Ambos permanecerían para tomar el lugar de la tortuga. Mientras todo seguía cayendo, recordó su realidad, la cual había sido causada por un accidente, él no podía volver por voluntad propia, no como Liliana, y sabía que ella de alguna manera lo había comprendido. Sonrió al darse cuenta que no estaría solo, que ella estaría aquí con él y en ese momento todo cesó, ya que ambos habían asumido sus roles. Luego de todo, ambos se levantaron y vieron todo el lugar destruido, y se dieron cuenta que había mucho por hacer, tal como lo hizo la tortuga alguna vez.

- no continúa -

[020]


Ante esto, había horror en las caras de los niños, quienes cerraban los ojos y partían a sus propias realidades despertando. Mientras tanto, los padres de Liliana, que habían permanecido ya tres días junto a ella esperando que despertara, notaron que sus manos y ojos reaccionaban, como si estuviera teniendo un mal sueño, a lo que su madre rompió en llanto y fue silenciada por su esposo. – Vamos, Lili, despierta hijita- le susurraba al oído mientras acariciaba su cabeza.
Liliana sintió la caricia y el susurro de su papá por primera vez, ¿era hora de regresar?, ¿debía hacer lo mismo que los demás y dejar que todo se derrumbe?, decidió entonces que partiría, pero luego se percató que el extraterrestre no tenía intención de irse.

- Continúa -

[019]


Los colores corrían por el cielo como despintándose de un lienzo y los árboles marchitaban haciéndose pequeños y marrones. La tortuga sucumbía ante el tiempo y aún la muerte da cabida a un futuro ¿Era esta la muerte de un dios? Tal vez para este mundo que nadie sabe que existe, tal vez nadie sabe que la tortuga es esta tierra y los cuatro elefantes en su lomo son sus elementos básicos, que luchan por mantenerse juntos para haya una armonía. Tal vez nadie sabe que este mundo no era sólo de Liliana, que habían muchos niños alejados de la realidad al mismo tiempo, a veces momentáneamente, otras permanentemente, pero no se veían entre ellos, ya que extrañaban sus propias casas, sus propias realidades, a veces eran hormigas caminando en circulos, o eran un ave que pasaba ocasionalmente por el cielo y miraba a Liliana muy curiosa pensando que ella era una hormiga, o eran fantasmas o hasta extraterrestres. Liliana supo que la muerte de la tortuga significaba su partida, ya que sin ella no habría tierra donde pararse y cada vez esta se hacía más pequeña. Mientras miraba atenta el suspiro lento y pesado de la tortuga, llegó el extraterrestre preocupado, el cual lucía muy diferente, ya no parecía extraño, era un niño como ella, que por fin daba a conocer su rostro, y todo ser vivo que habitaba en este mundo miraba atento a la tortuga que los observaba vehementemente, y cada uno de ellos se transformó en sombras y luego en niños, y recién se reconocieron entre ellos. Fue cuando el primer elefante cayó rendido.

- Continúa -

[018]


La percepción de Liliana había cambiado mucho, se convirtió en asidua creadora de la realidad que la rodeaba, lo cual disfrutaba bastante; era un cambio radical a lo que… ¿era?, ya habían pasado tantos atardeceres siguiendo a las hormigas, dando vueltas al paraje donde vivían ¿esperando algo?, las seguía con la secreta intención que cambiaran de rumbo y la guiaran de regreso al jardín donde pasaba los atardeceres rojos, pero eso se veía tan lejano ahora, tan difuso y hasta difería tanto de la que ahora llamaba realidad, la cual era todo lo que ella hubiera deseado, pero aún así estaba inquieta. Ella se sentía diferente, su mirada estaba más enfocada, y sus manos menos intranquilas, pero aún así sentía que le faltaba algo. Fue entonces que escuchó de lejos un quejido, que hizo temblar la tierra debajo de sus pies. Corrió a donde estaba la tortuga, sabiendo que algo pasaba con el pilar del mundo, y la encontró agonizando.

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[017]


Había pasado varios días explorando el valle donde estaban varados, ya que el extraterrestre desaparecía a su antojo, y dejaba a Liliana junto a sus confusiones y conclusiones cuidando a la tortuga que parecía enfermar más cada día que pasaba. La niña sentía que había estado demasiado tiempo en este lugar, y sus pensamientos, se daba cuenta, eran diferentes, no de una niña pequeña, y se sentía feliz por ello, sentía que todo evolucionaba y se movía alrededor, como cuando se sentaba en el lomo de la tortuga y cerraba los ojos. Ese sentimiento llenó su corazón y lo disfrutó inhalando todo el aire que pudo, en ese momento, con un gran ruido que parecía un temblor apareció una montaña en el firmamento, lo cual llamó la atención de todos, incluso del extraterrestre que estaba escondido por ahí. Liliana sintió que tuvo algo que ver con ello y se sintió más grande aún, cuando bajó la mirada y vio sorprendida, un grupo de hormigas que desfilaban en linea, y que eran idénticas a las que habitaban el jardín de su casa.

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[016]


Este no era un mundo mágico de hechiceros, enanos y princesas, era un valle plano y tropical, donde no habían muchos animales ni insectos, bueno, aparte de la tortuga y los cuatro elefantes que seguían tercos balanceándose sobre el caparazón de ésta, que seguía teniendo problemas para respirar. Pensando que ese era el problema, se subió al lomo de la tortuga y los empujó para bajarlos del lomo, pero al siquiera tocarlos hubo un fuerte temblor que hizo que todo se sacudiera fuertemente, de alguna manera, el balance de los elefantes mantenía el territorio unido.

Al bajarse del lomo encontró al extraterrestre parado frente a ellos, mirando, casi juzgando, y Liliana se sintió furiosa, porque esto pudo haberse evitado, a lo que el extraterrestre se encogió de brazos y procedió a alimentar a la tortuga. – ¿No estás molesto?- le preguntó, a lo que el extraterrestre le contestó que no era la primera vez que pasaba, sólo que ella no lo recordaba.

Esta vez el extraterrestre se quedó un rato más de lo común, le dio gusto ver que acariciaba a la tortuga mientras la alimentaba y le echaba agua a los elefantes que protegían la estabilidad de las cosas en dicho plano.

Esa noche Liliana decidió quedarse callada, no comentar nada, sólo escuchar lo que tenía que decir, y el extraterrestre, sin darse cuenta, le habló de los mil viajes que había tenido, que había más que atardeceres rojos, y que las palabras pueden significar más que simples descripciones comunes. Y ella se quedó escuchándolo y se sintió azul, debajo de un atardecer del mismo color.

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[015]


Liliana puso su mano sobre la pata de la tortuga, que parpadeaba lentamente, empapándola con una respiración pesada y húmeda. – ¿donde estamos? Le preguntó Liliana – a lo que la tortuga respondió mirando al cielo, como señalando.

En eso sintió la presencia de alguien, el extraterrestre llegaba con plátanos inmensos para alimentar a la tortuga. Liliana tuvo miedo, pero le llamó la atención que el extraterrestre estuviera trayéndole comida, es decir si la había secuestrado no se hubiera imaginado que la tendría libre y bien alimentada. El extraterrestre pretendió que ella no estaba ahí y sólo se limitó a alimentar a la tortuga que engulló los plátanos. – ¿Donde estamos? – le preguntó sin recibir respuesta, el extraterrestre la ignoraba y pretendía irse. - ¿¡Dónde estamos?!- gritó, lo que hizo que el extraterrestre detuviera su paso. – En tu nuevo hogar- contestó, -así que cálmate, las cosas aquí son diferentes. – y retomó su camino sin voltear a mirarla.

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[014]


Nuevamente estaba en el mismo valle, frente a la tortuga, inmensa, divina (esta vez tenía los ojos cerrados). Los elefantes seguían haciendo malabares en la espalda de la tortuga, pero esta vez mirando fijamente a Liliana y cada uno tratando de señalar el cielo con una de sus patas. Liliana sentía sus manos lentas y borrosas, no entendía lo que le querían decir. De pronto la tortuga empezó a abrir los ojos, y cuando le iba a preguntar donde la tenía el extraterrestre escuchó la voz de su papá.

- ¿Liliana?, hijita por favor despierta – había pasado un día y medio desde que empezó la guerra intergaláctica, y Liliana no despertaba desde el último sol rojo.

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[013]


- ¡¡Mamá, estamos en guerra!! – gritaba Liliana mientras corría por la casa con una olla en la cabeza. Pero su mamá seguía perdida en sus propios pensamientos, y pensó que estaba sola en esta batalla intergaláctica que estaba por empezar, ya que no tenía hermanos, y eso que le había pedido recientemente a su mamá que le comprara un hermanito en la clínica cerca a la casa.

Reunió lo que pudo en el estudio de su papá: tenedores, escobas, matamoscas y hasta una lata de insecticida y se atrincheró con la ventana a medio abrir. Inspeccionó el jardín desde el segundo piso, y todo nuevamente se empezó a poner rojo. En eso, su mamá apareció en la puerta con una taza en la mano, y le dijo que la tomara. Primero la sorprendió, porque pensó que la sacaría del estudio de su papá que llegaba tarde de noche; pero ella sólo esperó a que terminara la taza de leche y se fue sin decir nada. Luego de unos momentos de ver el sol rojo, empezó a tener mucho sueño y volteó confundida, y lo único que alcanzó a ver, fue la sombra de su madre parada en la puerta del estudio, y sus manos borrosas frente a ella, nuevamente.

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[012]


Las tardes después del nido, Liliana se la pasaba alimentando a la tortuga con plátanos que compraba a escondidas con dinero que sacaba de la cartera de su mamá. Le encantaba sentarse en el colorido lomo de la tortuga, que aún con su peso avanzaba lentamente, y mejor aún cuando se quedaba quietecita y con los ojos cerrados, le gustaba sentir que todo a su alrededor avanzaba, cambiaba.

Eso terminaría pronto, ya que el instante de sol rojo duró muy poco, vió las primeras estrellas y hasta a la nave espacial de lejos, luego de despedirse de la tortuga y del extraterrestre fue a que mamá la arreglara para dormir.

Esa noche soñó que la tortuga era inmensa y avanzaba por un valle verde y apuntaba a las estrellas, en su espalda había cuatro elefantes que gentilmente hacían malabares para no caerse. La tortuga se detuvo frente a ella, empapándola en un suspiro un tanto húmedo, y le contó el secreto del cielo rojo, lo cual hizo que Liliana se enamorara aún más del atardecer.

El cielo rojo es una travesura del sol, una despedida dramática para seguir opacando a la luna, ya que no soportan estar juntos. Pero la luna, que no queda contenta con tanta cursilería, lanza un manto lleno de estrellas sobre las cabezas de los pocos soñadores que tienen tiempo para perderse en psicodelias y romanticismos. Pero el secreto verdadero, es que el cielo rojo es un lienzo cósmico que, sin reconocerlo, el sol regala a la luna para tratar de hacerla sonreír; y cuando lo logra, la luna brilla plena iluminando aún más el firmamento.

Al día siguiente se levantó para despertar a la tortuga, que era muy dormilona a su parecer, pero no la encontró en el jardín. Buscó incansablemente por cada rincón de la casa sin éxito. ¿La tortuga se había escapado a las estrellas como en su sueño? De seguro se la llevó el extraterrestre de la nave espacial. En ese instante se dio cuenta que también se había llevado muchos de sus juguetes, habían desaparecido mientras ella dormía, pero ahora todo tenía sentido, el extraterrestre había secuestrado a su tortuga, y se había llevado sus juguetes (especialmente los que hacían más ruido).

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[011]


Pasaron un par de semanas y pese a que la madre de Liliana había decidido a terminar con este “problema”, tenía demasiados sentimientos encontrados al respecto, se sentaba en la cocina viéndola por la ventana y tratando de pensar que tal vez estaba exagerando, que el problema no era tan grave, tener un niño hiperactivo no es el fin del mundo, y mientras pensaba eso escuchaba el canto de Liliana a todo pulmón, que simplemente le erizaba todo el cuerpo y claramente sentía como su pelo se partía y desprendía desde las raíces. La observó por una semana escondida en la ventana de la cocina sintiéndose la persona más sola del mundo.

Liliana había encontrado una nueva fascinación, la tortuga que habitaba en el jardín. Antes de su nueva percepción, siempre había pensado que era una gran piedra que se movía cuando nadie se daba cuenta, porque aparecía en diferentes lugares del jardín, hasta dentro de la casa y su papá la sacaba en el acto un poco molesto. Era interesante ver los dibujitos que tenía en la espalda, pero pensó que eran demasiado parcos y feos. Entonces tuvo una idea y fue corriendo a su habitación y trajo sus témperas, y en cuestión de minutos la tortuga lucía rosado, azul, naranja y amarillo en la espalda muy a su pesar, ya que la tortuga, casi sabiendo, trató de escapar en el proceso.

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[010]


Liliana estaba emocionada, porque el día anterior había visto algo extraño en el cielo rojo, no era una estrella, pudo haber sido un satélite, pero lo más seguro es que haya sido una nave espacial; y se lo había contado a todos sus nuevos amigos en el nido, incluso a la profesora a la que interrumpía por tanta euforia. Esto ya se estaba haciendo repetitivo, el comportamiento de la niña ante los ojos de otros ya se estaba volviendo molesto. Ella sólo saltaba como un conejo disfrutando todo a su alrededor e importándole muy poco lo que otros pensaran. La profesora decidió llamar a la mamá de Liliana, quien estaba afligida (si, esa es la palabra) por lo que estaba viviendo. Se le había caído más pelo y simplemente no podía seguir en ese plan. Lo había decidido, era su salud o la insurrección de su hija.

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[009]


Liliana había aprendido tantas cosas en tan poco tiempo, tal vez eran cosas a las cuales no le había prestado atención antes, como las hormigas en el jardín que se roban todo lo podían de la cocina y regresan en fila india a su huequito en el jardín. También había aprendido que la pared del jardín de la casa se pelaba y quedaba levantado, dejando ver las capas de pinturas anteriores, no sabía que antes el patio había sido rosado y también celeste (ahora es un blanco aburrido, debería ser amarillo). El patio interior de la casa era el lugar preferido de Liliana, ya que cuando llegaba del nido, se sentaba con sus libros, para verlos tendida en el jardín, también corría por la casa para traer cualquier cosa que se le ocurriera para verla con trasluz al sol (claro, si no lo rompía en el camino). Otra de las cosas que adoraba era entrar al estudio de su papa en el segundo piso; sin que nadie se diera cuenta, subirse a la silla y abrir la ventana, y ver como lentamente todo se pintaba de un tono rojizo, las copas de los árboles, los techos de las casas y hasta esos cerros que se veían lejísimos, todo orquestado como si fuera una despedida especial para ella, porque la dejaba lista para ir a dormir y hasta para soñar. Cuando el transe terminaba, dejaba todo como estaba, sino habría problemas.

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[008]

La mamá de Liliana abrió los ojos impresionada, ya que normalmente su esposo no prestaba interés en lo que ella tenía que decir. Habían tantas opciones en su cabeza, como ponerla en adopción, enviarla con una las tías brujas de su esposo mientras ellos se tomarían un viajecito por todo el mundo, o hasta invitarle un par de esas pastillitas que una de sus amigas siempre tenía la gentileza de regalarle (para que la vida sea un poquito mas llevadera). En la estela de un microsegundo consideró los escenarios y la reacción que podía causar, mientras él seguía esperando una respuesta para “solucionar el problema”. Con la mueca que tenía en el rostro miró a un lado y al otro, esperando encontrar una respuesta, a lo que finalmente respondió que no se preocupara, que ella, como buena madre amorosa, tierna, dedicada y nuevamente amorosa iba a encontrar. Su esposo la miro por el pistillo del ojo derecho inclinando la cabeza hacia la izquierda, como señal de incredulidad, pero como tenía otras cosas urgentes que hacer, reabrió su libro y despachó a su esposa con un – Ok, me mantienes informado. –

Ella salió nerviosa de la habitación, por las opciones que había elaborado, de las cuales la que pareciera tener un efecto más inmediato, era el de las pastillas. Obviamente no se lo comentó a su esposo, ya que era inconcebible (públicamente) llegar a esos extremos, pero ella estaba cansada y temblorosa, la imagen del espejo no era la que ella quería ver, y realmente era necesario, así que tomó un gran suspiro, y buscó el frasquito que estaba escondido en su cajón de calzones.

- Continúa -

[007]

Liliana había cambiado demasiado, ya no se le podía controlar como antes, ahora rompía cosas, no se sabía donde andaba, corría por la casa perturbando el silencio, llegaba con las rodillas raspadas y esto era demasiado trabajo para su madre, quien no acostumbraba hablarle a su esposo acerca del “problema que se había vuelto la niña”. Decidió por fin, tocar la puerta del estudio, cosa que no había hecho en años. –Tenemos que hablar- le dijo mordiéndose la larga uña de uno de sus largos dedos – ¡La niña está fuera de control, es… como si fuera… ¡un niño normal!! , no me tomes a mal, amo a mi hija, pero… se esta volviendo una malcriadita… aunque nosotros somos los que la criamos… pero no queremos… no que no queramos… sino que…- su esposo la miraba fijamente, aún no cerrando el libro que tenía en manos, esperando que esta crisis (como todas las otras) terminara por si sola, ya que ella solía hablar mirando al techo y terminar dándose una respuesta ella misma. Pero esta vez era diferente, su esposa estaba con el cabello despeinado, y podría jurar que sus manos estaban temblando y las manchas en su rostros estaban mas visibles. Ella seguía hablando mirando al techo, y caminando en círculos, filosofando acerca de la educación, alimentación y disciplina que se debe imponer, ya que lo leyó en libros y webs especializados… -¿Entonces, que sugieres?- la interrumpió, cerrando el libro, lo cual cortó de golpe el transe de la mujer…

- Continúa -

[006]


Una de las cosas que más llamó la atención de Liliana, con su nueva percepción de las cosas, fue el estudio de su papá. Era una habitación en el segundo piso, con muchas fotos y llena de libros. Al papá de Liliana le gustaba el silencio, y sonreír sin mostrar los dientes, era una persona extremadamente ordenada, y se le iban los ojos por mujeres menores que él. Adoraba a su hija, pero apreciaba a su esposa, a la cual descuidaba con una sonrisa social y cálida. Su idea del mundo era muy bien definida, un tanto utópica y justiciera; siempre apoyando alguna causa a mil kilómetros de su casa, reprochando y sermoneando a sus amigos. Su esposa ya quisiera tener tanta atención, es por eso que tomaba tanto café y abusaba del neuryl, porque su esposo se ocupaba de todos, menos de ella, a pesar que ella se sintiera superior a todos.

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[005]


La percepción que tenía de su madre cambió un poco luego de verla detenidamente; tenía ojeras pronunciadas y algunas arrugas y manchas que habían hecho su aparición antes del tiempo. Liliana misma se veía en el espejo, dándose cuenta que su cabello no era tan bonito como el de su muñeca, o que su rostro era muy diferente a las niñas que veía en televisión. Por eso prefería explorar la casa y finalmente tumbarse en el jardín mirando al cielo e imaginar miles de cosas en el cielo abierto

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[004]

Las cosas eran diferentes con esta nueva “manera” de ver las cosas, si bien es cierto todo era claro y con miles de detalles, incluso su vestido era mas bonito, tenía un bordado amarillo de mariposas que le gustó mucho. Era un mar de emociones nuevas que cambió su tímida personalidad, por alguien que quería ver de más de cerca las cosas. El camino a casa se hizo más interesante de lo normal. Liliana volteó a ver a su madre, y pudo ver detalles en su rostro de los que antes no se había percatado, detalles pequeños; pero mientras manejaba, la veía tensa y que sujetaba con fuerza el timón, pero cuando volteaba la miraba con tal ternura, que la hacía sonreír.

Cuando bajaron del auto, el jardín de la casa se hizo el mas hermoso e inexplorado territorio, que ella estaba dispuesta a conquistar.

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[003]

A primera hora ambas estaban listas en la puerta, esperando que abrieran la óptica donde mandaron a hacer los lentes. Finalmente cuando abrieron, la encargada les entregó un estuche transparente con unos diminutos lentes de color morado que había escogido la mamá de Liliana – ¡¡¡Son adorables!!!- chilló y con cuidado se inclinó a colocárselos a Liliana, quien esperaba impaciente sin demostrarlo. Cerró los ojos con miedo y un vacío en el estómago, sin saber lo que iba a pasar. - ¿Y?, ¡ abre los ojos Lily !- Abrió primero el izquierdo, lentamente, y de ahí el derecho ya con un poco más de confianza. - ¿ Y ? ¿ como los sientes?- Liliana estaba sorprendida por la claridad con la que veía las cosas ahora, incluso los detalles del fondo de la tienda, los espejos, incluso veía con claridad los rostros de la gente que pasaba por la puerta, y los vehículos yendo presurosos en la calle. Finalmente le sonrió a su madre, cosa que era muy rara, y asintió con la cabeza. Ella continuó asombrada con la nueva percepción que tenía, un mundo de detalles en que fijarse, empezó a dar un par de pasos y sintió que el suelo lo tenía a la altura del pecho, lo cual le hizo tambalearse y sentir un mareo muy fuerte, a lo que su mamá rápidamente la sujetó y abrazó sonriente, a lo que Liliana respondió con un “mam…” y vomitó en sus zapatos…

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[002]

- ¿La vista?... ¿puede tan niña necesitar lentes?- ( ahora viene la culpa de no haberle puesto suficientes zanahorias en la comida…)
- Es muy posible que los dolores de cabeza sean causados por alguna deficiencia en la vista, posiblemente miopía. Muchas veces estos defectos causan bajo rendimiento en los niños, así como afectar su personalidad, causando que sean tímidos, retraídos y poco sociables.
- ¿De verdad Doctor?, ¿y con ponerle lentes puede corregirse eso?, no que piense que mi hija sea una antisocial, pero siempre la he notado un poco despistada. -

La idea de mejorar la calidad de vida de su hija, le dio un poco de aliento a la madre de Liliana, a quien le evaluó el oftalmólogo y efectivamente descubrió un grado de miopía en ambos ojos de la niña. – Me avisas cuando veas clarito Liliana – mientras ella abría más los ojos, incrédula de lo diferente que se veía todo. – Los lentes estarán listos en 3 días – les dijo el doctor, y se fueron apresuradas a contarles las buenas nuevas a papá.

Los días pasaban pero no tan rápido como hubieran deseado ambas. La mamá de Liliana se lo había comentado a todo número telefónico en su agenda y Liliana se miraba al espejo, donde siempre había visto una imagen borrosa, lo cual le parecía normal. Su mamá le explicó que sus ojos necesitaban estos “lentes” que la ayudarían a ver mas claro – Sí, como los que tiene papá -. Liliana siempre entendía lo que su mamá le explicaba, además, ella se veía tan emocionada, que entendió que debía ser algo importante, por eso miraba ahora todo muy fijamente, casi entendiendo que su mundo no era algo real, o por lo menos no era lo que ella pensaba que era. - ¿ Cómo será ?-

- Continúa -

[001]

Se habían levantado muy temprano ese día, el mundo era igual y todo permanecía congelado como siempre, y ella se sentía segura y simple. Dejo que su madre le cambiara la ropa como todas las mañanas sin chistar y desayunó lo de todos los días nuevamente sin chistar. Hoy no fue al jardín porque los dolores de cabeza habían seguido, y su madre se sentía la mujer mas culpable del mundo por abandonarla en ese lugar, a lo mejor estaba causándole un stress a la pequeña Liliana, de esos irreparables que marcan la vida de un niño, la culpa la carcomía, y se desquitaba con un pequeño pedazo de papel. Lili miraba por la ventana del auto como siempre, con una actitud aburrida. Su madre no podía dejar de pensar en el comportamiento de la niña, que siempre había sido apático y con una tendencia a la depresión, lo cual era comentario generalizado en las reuniones familiares, esas que odiaba, ya que la familia de su esposo era muy numerosa, muy diferente a la suya, que venía de una línea muy larga de hijos únicos. Una frenada en vacío, - Debería prestar más atención al camino, Lili, ¿estás bien?- La niña felizmente no se golpeo ni se inmutó, seguía mirando por la ventana.

Después de una corta pero larga espera, el médico revisó a Liliana con sus conocimientos de rutina, y no encontró ninguna anomalía en su salud o en su cuerpo. - ¿Ha hecho que le revisen la vista señora? -


- continúa -