El viejo está enfermo, y no sé cómo repararlo. Sigo las instrucciones del libro pero las hojas están mojadas por la lluvia. Lo cubro con mi cuerpo pero pasan las gotas mojando los libros, corren a través del agujero a la altura del pecho. Llego al final y no hay más textos, sólo dice "déjelo reposar". Ya resignado cómodamente me siento al costado pensando si está conciente, no escucha los graznidos de la gente porque prefirió abandonar la realidad hace mucho, tal vez buscando a valentina, tal vez con miedo de verla. Sus ojos serán los míos, y sus manos gélidas las puntas de mis dedos buscando a tientas el interruptor.
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